Desde la antigüedad, el hombre ha intentado nutrir y enriquecer el suelo de sus cultivos para hacerlo más fértil. Aunque en las últimas décadas se impuso el uso de fertilizantes químicos, actualmente, el deseo creciente de la sociedad actual de vivir de forma sostenible ha contribuido a que cada vez se apueste más por el uso de fertilizantes orgánicos.
Los fertilizantes ecológicos son sustancias que contienen los nutrientes necesarios para que las plantas puedan crecer, sin aportar al medio ambiente ningún tipo de contaminación. Estos fertilizantes se producen a través de la transformación de materia orgánica y los nutrientes que aportan incrementan la propia actividad microbiana de la tierra.
Fertilizantes orgánicos vs fertilizantes químicos
Está demostrado que el uso de fertilizantes químicos permite un mayor rendimiento en la producción debido a su rápida absorción. Por ello, se hace difícil renunciar a su uso en las grandes producciones, cuyo objetivo principal es promover el rendimiento económico pasando por alto las repercusiones que pueda tener su uso en el medio ambiente.
Es evidente que las prácticas no sostenibles en la agricultura y están provocando entre otras consecuencias, suelos y aguas contaminadas, lluvias ácidas, y problemas de salud en los consumidores.
Los fertilizantes ecológicos son totalmente naturales. En su composición se aprovechan residuos orgánicos y se requiere menos energía para su elaboración. Además, protegen a la tierra de la erosión y mejoran sus condiciones al propiciar que se cree una microflora y microfauna que resultan muy beneficiosas al evitar que se acumulen demasiados minerales.
Estos fertilizantes mejoran la capacidad de absorción del agua, lo que favorece la retención de los nutrientes y el nivel óptimo de humedad. Sin embargo, deben estar debidamente tratados para evitar la proliferación de patógenos y, a veces, es desagradable el olor que emanan, debido a la descomposición de la materia orgánica.
Tipos de fertilizantes ecológicos
En cuanto a los tipos de fertilizantes ecológicos podemos encontrar una gran variedad. Tenemos los llamados de efecto lento como el estiércol, de efecto rápido como las cenizas o fertilizantes que combinan ambos.
Uno de los más valorados es el humus de lombriz, que es materia orgánica descompuesta por lombrices. Debido a su pH neutro está indicado para todo tipo de plantas.
El compost regenera la actividad microbiana de la tierra y mejora el suelo. Este abono totalmente natural se obtiene a partir de la descomposición de diferentes materiales de origen orgánico tras someterlos a un proceso biológico de oxidación.
Cada vez son más las personas que hacen compostaje casero con sus propios residuos y sin ningún tipo de gasto energético, contribuyendo a reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
Por otra parte, a partir de la combustión de madera se obtienen cenizas, que en agricultura ecológica se utilizan como nutrientes para el suelo, para proteger a las plantas de enfermedades causadas por hongos y para combatir plagas, principalmente de babosas y caracoles.
El estiércol, procedente de heces de animales, ayuda a la proliferación de microorganismos que favorecen la fertilidad de la tierra. Es, además, un buen nutriente. El guano es un tipo de estiércol que procede de las deposiciones de aves marinas y murciélagos. Tiene un alto contenido en fósforo, potasio y nitrógeno.
Estos como otros tipos de abonos orgánicos (turba, abono verde, etc.) favorecen que nuestras verduras y frutas sean abundantes y sanas.
Este es solo un breve repaso a los tipos de fertilizantes que podemos utilizar en nuestros cultivos. Lo que no debemos olvidar es que si queremos consumir alimentos sanos y beneficiosos para nuestra salud a la vez que cuidamos de nuestro ecosistema, sin duda debemos apostar por el uso de fertilizantes orgánicos.